domingo, 2 de enero de 2011

La actitud del guerrero


Cuando nos ocurre una tragedia nos embarga un sentimiento de desesperación.

Por qué? Porque creíamos que todo ya estaba respondido y resuelto en nuestras almas y no podíamos aceptar ningún cambio.

Frente a una tragedia, debemos comportarnos como guerreros.

Un guerrero es siempre consciente de aquello por lo que vale la pena luchar. No entra en combates que no le interesan y nunca pierde su tiempo en provocaciones.

Un guerrero acepta la derrota, no la trata como algo indiferente, ni intenta transformarla en victoria.

Se amarga con el dolor de la pérdida, sufre con la indiferencia y se desespera con la soledad.

Pero después de que pasa todo esto, lame sus heridas y recomienza todo otra vez.

Un guerrero sabe que una guerra está compuesta por muchas batallas. Y sigue adelante.

Las tragedias ocurren. Podemos descubrir la razón, culpar a los otros o imaginar qué diferentes habrían sido nuestras vidas sin ellas.

Pero nada de esto tiene importancia: Ya pasaron y listo. A partir de ahí tenemos que olvidar el miedo que nos provocan e iniciar la reconstrucción.

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